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Acudir a un nutricionista infantil es especialmente importante durante los primeros años de vida puesto que, además de facilitar un buen estado nutricional y un crecimiento óptimo, puede ayudar a consolidar la adquisición de hábitos saludables para la edad adulta.
La infancia se caracteriza para ser la etapa donde hay un mayor crecimiento físico y desarrollo psicomotor. Esto significa que la alimentación no solo tiene que proporcionar energía para mantener las funciones vitales, sino que tiene que cubrir unas necesidades más grandes relacionadas con el crecimiento y la maduración.
El acompañamiento de un nutricionista infantil ayudará a saber que necesidades tienen los niños desde bien pequeños.
Las necesidades energéticas y nutricionales son cubiertas por el amamantamiento materno exclusivo (o, en el supuesto de que no sea posible, por la leche adaptada) hasta los 6 meses, a partir de entonces hay que ir incorporando nuevos alimentos de forma progresiva y en las cantidades adecuadas, adaptándose, también, al desarrollo psicomotor y al interés del niño.
La leche materna es el mejor alimento para el bebé y favorece que el vínculo afectivo entre madre y niño sea más precoz. Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS), como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Academia Americana de Pediatría y la Asociación Española de Pediatría recomiendan el amamantamiento materno exclusivo durante los primeros 6 meses de vida del niño.
A partir de este momento, y manteniendo el amamantamiento materno hasta los 2 años de edad o más, o bien hasta que madre y niño lo decidan, será necesario añadir gradualmente nuevos alimentos para facilitar unos niveles de desarrollo y de salud adecuados.
Con la ayuda de un nutricionista infantil se pueden incorporar nuevos alimentos de una manera progresiva, lenta y en pequeñas cantidades, respetando un intervalo de algunos días (entre 3 y 5 días, por ejemplo) para cada nuevo alimento y observar cómo se tolera. Los niños van adquiriendo destrezas manuales para alimentarse solos, beber de un vaso o una taza cogidos con las dos manos.
La nutrición en el infante y en el lactante es fundamental para su correcto crecimiento y desarrollo. Es durante los primeros años de vida en los cuales la microbiota y el sistema inmunitario del bebé se termina de formar, y la nutrición infantil juega un papel indispensable para su adecuado funcionamiento.
La introducción de los alimentos en esta etapa de la vida será clave para empezar con las buenas prácticas de nutrición infantil de manera temprana i, consecuentemente, se estará ayudando al bebé a desarrollar patrones de alimentación saludables que perduraran durante su vida adulta.
El baby-led weaning (traducido como alimentación complementaria a demanda) es el proceso de destete de un bebé, en el cual se empiezan a introducir alimentos sólidos en su dieta, de manera progresiva y sin retirar por completo la leche materna (o de fórmula). El BLD es un método de nutrición infantil respetuoso que permite al bebé comer de forma autónoma con sus propias manos, al mismo tiempo que descubre nuevos alimentos, gustos, colores y texturas, y le ayudará a desarrollar la coordinación ojo-mano y la masticación.
La edad escolar comprende entre los 6 y los 11-12 año y constituye una de las etapas de máximo aprendizaje. La nutrición infantil se basa en los mismos principios que la nutrición para adultos, pero sus requerimientos nutricionales serán distintos según su edad. Es por eso por lo que el acompañamiento con un nutricionista puede ser altamente beneficioso para el correcto desarrollo del infante, al mismo tiempo que se evitará la cada vez más frecuente obesidad infantil.
La etapa de la adolescencia también puede ser tratada por un nutricionista infantil. Constituye una etapa de la vida muy importante desde la perspectiva de la salud, ya que será durante la que se acabarán de formar las estructuras y características corporales que nos acompañarán para siempre. El aumento del crecimiento de estatura y el desarrollo de los caracteres sexuales son los principales causantes del importante aumento de las necesidades nutricionales que se produce durante esta etapa. Por ello, una ingesta inadecuada y una dieta deficiente nutricionalmente puede tener consecuencias negativas a corto y largo plazo.