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La fructosa es un azúcar ampliamente presente en la dieta, ya sea en productos naturales como las frutas, verduras y la miel o en alimentos procesados como los edulcorantes dietéticos, los refrescos, entre otros.
La absorción de la fructosa ocurre en el intestino delgado, gracias a unas células llamados enterocitos, las cuales son específicas de este órgano.
Hablamos de malabsorción de la fructosa cuando existe un déficit de los transportadores intestinales localizados en los enterocitos, que se encargan de introducir la fructosa desde el intestino delgado al interior de la célula. Debido a la falta de dichos transportadores, la fructosa no consigue entrar en la célula intestinal y pasa al colon, donde es fermentada por bacterias intestinales que liberan hidrógeno, dióxido de carbono y metano, así como ácidos grasos de cadena corta y agua.
Estos gases y sustancias osmóticamente muy activas son las causantes de los síntomas de intolerancia a fructosa: distensión abdominal, diarrea y dolor abdominal.
No obstante, la malabsorción de la fructosa no se debe confundir con la intolerancia hereditaria a la fructosa (IHF), la cual se diagnostica en los primeros años de vida. La IHF, a diferencia de la malabsorción de glucosa, se debe a una deficiencia de la enzima hepática que degrada la fructosa.
Esta patología, a pesar de ser genética, puede ser temporal, pudiendo llegar tanto a superarse como a agravarse. No existe un único causante de la intolerancia a la fructosa; muchas veces suele ser secundaria a otra patología referente al intestino, como podría ser el sobrecrecimiento bacteriano, infecciones, enfermedad inflamatoria intestinal como la enfermedad de Crohn o la Colitis Ulcerosa, etc.
Además, en niños, puede ser debido a una inmadurez del tubo digestivo.
Existen dos tipos de fructosa, la que se encuentra en mayor medida en frutas y verduras, y la producida artificialmente, que se añade como edulcorante en productos industrializados y medicamentos, y que está reflejado en los etiquetados y prospectos.
El tratamiento dietético consiste en la restricción de la fructosa en la dieta con el objetivo inicial de mejorar los síntomas. Será de vital importancia valorar la causa primaria que esté produciendo dicha malabsorción y tratarla particularmente para evitar seguir dañando el epitelio intestinal.
La dieta va a ser más o menos restrictiva en función del grado de tolerancia; por eso será necesario la confección de una dieta individualizada por fases, en la que el dietista-nutricionista deberá tener en cuenta el correcto diagnóstico previo (test de hidrógeno espirado) y valorará la necesidad de suplementar Vitamina C, ya que las dietas más estrictas no cubrirán las necesidades de esta vitamina.
Revisar el etiquetado de los alimentos, igual que los prospectos de algunos fármacos, será fundamental para poder retirar de la dieta todos aquellos que lo contengan.
Cada persona puede tener un grado de tolerancia diferente, por lo que inicialmente conviene retirar los alimentos con más alto contenido en fructosa e introducirlos nuevamente en cantidades pequeñas, empezando por aquellos con menos contenido en fructosa (1-2 fresas, por ejemplo). Progresivamente, se puede ir incrementando la cantidad y variedad de los alimentos hasta alcanzar e identificar el propio grado de tolerancia.
A nivel farmacológico, no existe un medicamento específico para la malabsorción.
* | ALIMENTOS BIEN TOLERADOS | ALIMENTOS A EVITAR |
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Azúcares, edulcorantes y dulces | Jarabe de glucosa, glucosa, maltosa, maltodextrina. Edulcorantes: aspartamo, sacarina, acesulfame K, ciclamato, xilitol puro. Cuidado: sacarosa | Fructosa, sacarosa, sorbitol, estevia, miel, dulces (caramelos, chocolatinas, chicles....) y todos los demás. |
Frutas | Fresas, frambuesas, pomelo, higos, naranja, mandarina, moras, plátano, arándanos, kiwi, uva, piña, papaya | Todas las demás, incluidos sus jugos. |
Verduras y Hortalizas | Brécol fresco, espinacas, setas (champiñones), escarola, endivia, canónigos, pepino, rábano, remolacha, apio, acelgas, berros, berza, brécol congelado, col, coliflor, lechuga. | Todas las demás |
Cereales y Derivados | Pan blanco, de cebada y centeno, pasta, arroz, patata, boniato, harinas y sémolas de trigo, avena y maíz, y papilla de cereales sin azúcar añadido. | Cereales o harinas integrales y harina de soja. |
Carnes, pescados y huevos | Todos los Frescos | Procesados que contengan fructosa, sacarosa o sorbitol (embutidos, salchichas, hamburguesas, paté, conservas...) |
Legumbres | Lentejas, garbanzos, alubias y guisantes (como guarnición). | Todas las Demás |
Leche y Derivados | Lactancia materna, leche, leche en polvo, queso curado y fresco y yogur sin frutas ni sacarosa. | Bebida de soja, leche condensada, yogur de frutas, de soja o edulcorado con sacarosa, preparados a base de leche con sacarosa (batidos, helados...). |
Frutos Secos | Nueces pecanas, almendras, avellanas, castañas, piñones, cacahuetes y pepitas de calabaza o girasol. | Todos los Demás |
Aceites y Grasas | Aceites vegetales, mantequilla y margarina. | Aceites y grasas con sacarosa, fructosa o sorbitol. |
Bebidas | Agua, infusiones, cacao y café. | Bebidas edulcoradas con fructosa, sacarosa o sorbitol o hechas a base de frutas. |
Condimentos y Salsas | Especias, hierbas aromáticas, mostaza, sal, vinagre y mayonesa casera. | Aliños y salsas comerciales con fructosa, sacarosa o sorbitol (kétchup, mayonesa comercial, nuez moscada, vainilla...). |