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El síndrome de ovario poliquístico (SOP) es reconocido como el trastorno endocrino más común de la edad reproductiva en mujeres y cuyas manifestaciones clínicas incluyen irregularidades menstruales, signos de hiperandrogenismo, anovulación crónica e infertilidad.
El SOP tiene relación con varios factores de riesgo cardiovascular, tales como la resistencia a la insulina, dislipemia, diabetes Mellitus tipo 2, hipertensión arterial, disfunción endotelial, obesidad central, síndrome metabólico y marcadores pro-inflamatorios crónicos.
El SOP se caracteriza por un desequilibrio hormonal, en el cual los óvulos no se liberan correctamente y el exceso de andrógenos favorece el aumento de grasa abdominal, que a su vez agrava la resistencia a la insulina y el hiperinsulinismo.
La modificación del estilo de vida, el ejercicio físico y, en especial, la intervención dietética enfocada en la pérdida de peso saludable, se consideran la primera línea de tratamiento. La evidencia muestra que los cambios en el estilo de vida con metas pequeñas consiguen beneficios clínicos. Asimismo, es importante seguir el tratamiento farmacológico y/u hormonal correspondiente según el caso.
La composición de la dieta óptima para mujeres con SOP sigue el patrón de la dieta mediterránea y se ha establecido que la intervención nutricional debe lograr, no sólo la pérdida de peso a corto plazo y la mejoría de los síntomas y de la fertilidad, sino también, reducir a largo plazo el riesgo de diabetes Mellitus tipo 2, enfermedad cardiovascular y otras complicaciones asociadas.
En términos generales, la alimentación debe limitar la ingesta de grasa saturada, incluir cantidades moderadas de grasa monoinsaturada, la cual no induce efectos metabólicos dañinos y aumentar la ingesta de fibra y de alimentos de índice glucémico bajo.
Todo esto se puede conseguir priorizando los alimentos abajo descritos.
Los cereales integrales, de grano entero, ya que proporcionan mayor cantidad de fibra, ayudan a que la liberación de la glucosa en sangre sea más lenta y aumentan la sensación de saciedad. Ejemplos: pan, pasta, arroz y quínoa integrales, etc.
Las verduras de hoja verde, ricas en fibra, vitaminas y antioxidantes que favorecen la salud intestinal. Ejemplos: acelgas, espinacas, lechuga, repollo, col rizada, rúcula, brócoli, alcachofas, pimiento, calabacín…
Las hortalizas, muy nutritivas y con un bajo índice glucémico, tales como las berenjenas, cebolla, calabacín, espárragos, pepino, puerro, zanahoria… Las verduras con almidón (calabaza o zanahoria) tienen un índice glucémico más alto por lo que pueden elevar más la glucosa en sangre.
Las frutas, fuente de vitaminas y antioxidantes, debemos elegir las que tienen un índice glucémico medio-bajo como la pera, kiwi, manzana, fresa… y con piel y evitar las de mayor índice glucémico tales como el mango, higo, plátano o uva verde, además de la fruta deshidratada, en almíbar o en zumo.
Las proteínas, en concreto las bajas en grasa de origen animal como aves o carne magra de cerdo (lomo, paleta, solomillo) y las procedentes de los pescados azules tales como el atún, salmón, sardina, palometa… por su interesante contenido de omega 3. Además de las legumbres, que ayudan a reducir los niveles de testosterona en sangre.
Las grasas saludables, es decir, las monoinsaturadas presentes en el aceite de oliva, almendras, aceitunas y aguacate y en las poliinsaturadas como el omega 3 y 6 disponibles en los pescados azules o las nueces, que mejoran la sensibilidad a la insulina y regulan los niveles de colesterol en sangre. .
La vitamina D mejora la sensibilidad a la insulina y reduce la inflamación.
La biotina es una vitamina del grupo B que mejora el metabolismo de la glucosa i del colesterol. Además, estimula la división celular mejorando la salud de la piel, las uñas y el cabello.
El inositol es otra vitamina del grupo B que reduce los niveles de testosterona, mejora la función de la insulina y reduce significativamente el acné y el crecimiento del vello.
La importancia de la obesidad en la patogénesis del SOP se enfatiza por la eficacia de los cambios de estilo de vida y la pérdida de peso en la evolución de la paciente. Los efectos metabólicos son los siguientes: