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En esta edad se producen un gran número de cambios a nivel social, psicológico y físico. Asimismo, se produce un gran crecimiento, por lo que los requerimientos energéticos y nutricionales cambian en función de la edad y el género.
Durante este período es muy importante adquirir unos hábitos alimenticios saludables ya que éstos les acompañarán a lo largo de su vida. Debemos enfocarnos en transmitir los valores de la sostenibilidad, alimentos de proximidad y de temporada y los alimentos sin procesar o mínimamente procesados para asegurarnos de cubrir los requerimientos del organismo y adaptar el paladar al gusto propio de los alimentos. Asimismo, debemos asegurarnos de mostrar un ejemplo a seguir tanto en casa como en la escuela y no repetir los mismos alimentos en la cena en el caso de que los niños hagan uso del comedor escolar al mediodía para evitar crear una aversión a los alimentos por repetición.
Una alimentación saludable es aquella que se basa en el consumo mayoritario de verduras, hortalizas y frutas frescas, legumbres, frutos secos, cereales integrales, aceite de oliva virgen extra y, en menor cantidad y frecuencia, lácteos, pescado, huevos y carne. Sin embargo, las cantidades varían en función de la edad y de los requerimientos individuales, por lo que es conveniente que se adapten a la sensación de hambre expresada.
La frecuencia de consumo recomendada seria la siguiente:
El desayuno es una de las comidas en la que más atención debe ponerse, dado que, a veces por las prisas o por la comodidad que supone se seleccionan alimentos muy energéticos pero que aportan pocos nutrientes como los cruasanes, galletas, magdalenas … cuyo consumo desplaza la ingesta de otros alimentos más interesantes nutricionalmente.